Informe sobre lo incierto que resultaron los contratos para la entrega de metal de unas minas, las cuales resultaron salteadas y dudosas.
Propuesta del Gobernador de traer el metal de Cuba y el estaño de España para fabricar la artillería que se necesita, contratando un artillero fundidor que trabaje en Cartagena.

Carta de don Pedro de Acuña, Gobernador de la Provincia de Cartagena, al Rey Felipe III.
Menciona que ya ha informado al Rey sobre como resultó de “incierto el asiento que había hecho de cantidad de quintales de metal con el licenciado Hidalgo, por su muerte, y vuelto a hacer segundo asiento con Pablo Rodríguez, mercader de aquí”, pero tampoco fue exitoso este último contrato “por haber salido las minas muy salteadas y dudosas”.
Le informa que, como le habrá mencionado el Gobernador de Cuba, en aquella isla “hay grandísima cantidad de metal, de a donde se podría traer aquí con más facilidad de mar y enemigos” por estar Cuba “a barlovento de esta ciudad, a donde, con la ayuda de las galeras [y]  sin la máquina tan costosa que vuestra majestad tiene en La Habana, se podría hacer”, si se le entrega a un fundidor que lo pueda hacer una suma por cada quintal. El Gobernador conoce un artillero fundidor que puede ser “a propósito” para este oficio, pues ha visto “una pieza que ha hecho, y es hombre humilde y le tengo [por] grato”.
Informa sobre este asunto al Rey, “por si es servido que se haga aquí el ensayo, porque entre otras cosas que aquí hay muy buenas, es excelentísimo [el] barro para los moldes”. Le pide al Rey que mande traer de España el estaño y de Cuba el metal “para el artillería que esta ciudad tiene suplicado se le dé, que yo me ofrezco que ha de salir tan a propósito la que hiciere, que vuestra majestad se ha de dar por muy servido y lo ha de mandar continuar con muchas veras” (I. 1).