Descripción detallada de los ataques de la Armada Inglesa a Puerto Rico.
Descripción detallada de los enfrentamientos de ingleses y españoles en el Puente de Aguilar, la toma de los fuertes del Boquerón y del Morro y de la ciudad de San Juan.
Captura del Gobernador de Puerto Rico y su envío con otros prisioneros a Jamaica.

Relación de lo sucedido en San Juan de Puerto Rico, ciudad tomada por el Conde Cumberland, Comandante de la Armada Inglesa, dada por Francisco Delgado, vecino de la isla de Puerto Rico y otras personas.

El relato inicia el martes 14 de junio de 1598 cuando “amanecieron sobre la ciudad de Puerto Rico veinte y dos velas, entre ellas algunas grandes, de las cuales, con gran cantidad de lanchas que traía, echó en tierra como setecientos hombres poco más o menos, con siete banderas en la playa de Cangrejos, los cuales vinieron marchando hasta la Puente de Aguilar, que estará dos leguas de donde saltaron en tierra”, y en la noche atacaron el puente “con grandísimo ánimo, en donde estuvieron hasta las diez del día siguiente, que fue miércoles, sin poderla ganar”, y se retiraron habiendo perdido de 50 a 60 hombres.
“En esta refriega murieron y hirieron de los nuestros como 24 personas”, y decían que el Conde animaba la gente, “y que llegó a la puente y clavó la daga en la puente y allí le dieron un picazo, de donde lo aventaron al agua”, y fue “un indio cabra de la India de Portugal” quien lo sacó del agua.
“De la entrada que hizo el enemigo, llegó hasta el [fuerte de San Gerónimo del] Boquerón por la banda del este dél, y allí con la mosquetería daba carga a la gente nuestra que estaba” en aquel reducto, a donde por la tarde “metió … un navío grande donde jamás ha entrado navío semejante, el cual se anegó, y después de anegado, con el artillería dél batía el Boquerón y [el] puente, y al amparo de su artillería y debajo della, se echaron con las lanchas como ciento y ochenta hombres al parecer en la Caleta del Boquerón”, y aunque alguna gente acudió a resistirlos, no fueron suficientes, y se apoderaron tanto de la dicha fortaleza como del puente “una hora antes de ponerse el sol” y la gente de guerra “se fue retirando a el pueblo, de tal manera que no bastó el autoridad del Gobernador y de otras personas que los acaudillaban a hacer pie y rostro al enemigo”. Por esto, “muchos se pasaron en barcos, así vecinos como soldados (I. 9), a la otra banda a la tierra firme, y el Gobernador, con algunos de los que le quisieron seguir, y [con] Pedro Suárez, Coronel Gobernador que había sido en la dicha isla, y los capitanes de infantería que había en ella y otros vecinos, se retiraron a el Morro, en donde se puso en defensa lo mejor que pudo, atrincherándose y terraplenándose”.
En la madrugada del jueves 16 de junio, el enemigo marchó con su gente desde el puente hasta la ciudad [de San Juan] con banderas y tambores “y se apoderó della, y repartió sus capitanes en las casas principales de la ciudad, en las cuales vio diez y siete cuerpos de guardia con sus banderas enarboladas, y tomó para sí las casas obispales donde posaba, y de allí se atrincheró en las calles principales, dejando las casas de la trinchera adentro, y de allí fue saliendo hacia el Morro” poniendo trincheras, una en el Monasterio viejo de Santo Domingo y “otra entre la casa de don Juan Ponce de León y la pared del cercado que va hacia el Morro”, en las cuales puso mucha artillería tanto de los españoles como de ellos, que sacó de sus navíos, y con ella cercó y atacó al Morro durante más de quince días. Los soldados de aquel fuerte tenían “mucha necesidad de bastimentos, ansí por no haberlos en el almacén, como por haber metido el enemigo por el Boquerón muchas lanchas, con las cuales tomó las bocas de los ríos de Bayamón, y paso del Cañuelo, de Toa y toda la bahía en contorno, que hacían guardia de noche y de día porque no les pudiese entrar socorro de mantenimientos ningunos”.
Como no había comida y “de los nuestros se habían huido a el enemigo soldados y un lombardero Lorenzo Flamenco, de los cuales tuvieron temor que hubiese dado relación al Conde de la flaqueza de la fuerza del Morro”, decidieron tratar una tregua con el Conde Cumberland, “pidiendo capítulos y condiciones honrosas, de las cuales el dicho Conde no quiso conceder muchas dellas más de las que le pareció y le dio gusto, las cuales fue a concluirlas el Gobernador Antonio Mosquera”, quien las tiene consigo firmadas por dicho Conde, y por ello se le entregó el Morro, saliendo de allí el Gobernador y 260 hombres aproximadamente, entre los cuales había “muchos enfermos y llagados, entregándose en poder del enemigo [quien] los metió presos en la casa que (I. 10) llaman la fuerza, a donde los tuvo diez y siete días”. Al Gobernador, al Capitán Lanzos y a Pedro Suárez “les dio posada en la casa de Juan López Correa, a donde le ponía sus guardias ansí a ellos como a los que puso en la casa fuerte”.
El Conde “echó bando por dos o tres veces, señalando término a los vecinos que estaban en el campo que se viniesen a él dentro de treinta días, y que se les daría pasaje para irse de la tierra a los que quisiesen y los que quisiesen vivir con él … le diesen sus hatos y estancias, carne y cazabe”, que él los recibiría y trataría bien. A los esclavos les otorgaba la libertad “diciéndoles que eran libres y horros sin estar sujetos a servidumbre y cautiverio, dándoles vestidos y otros regalos, y por los negros visto esto, se vinieron a él, y servían de guías y espías, enseñándole los ingenios y estancias y caminos de la tierra”.
Lo que se ha podido saber es que el Conde “puebla la dicha ciudad y que se fortifica o quiere fortificar, y para ello dejaba como quinientos o seiscientos hombres”. Con los demás iría a la isla Tercera a encontrarse con el Conde de Leste, donde están 30 navíos “aguardando la Flota de Nueva España y las naos de la India de Portugal”.
Se supo que hace 35 días envió un navío a Inglaterra pidiendo socorro para fortificar la ciudad, para lo cual “halló en ella gran cantidad de azadas , hachas, puñales, azadones, almádanas, barras, picos, cuñas hoyas, hierro, acero para poderlo hacer, y municiones” que allí se tenían para defender la ciudad.
También envió dos navíos con gente de fuerza para escoltar los prisioneros hasta el Cabo de Tiburón, “a donde nos desvalijaron de algunas cosas” y dejaron con muy poca comida (I. 11) algunos ingleses ladinos que iban con ellos, y que iban a hacer leña en aquel Cabo y luego debían ir a Cuba “y tomar persona que supiese si estaba la Flota en La Habana o estaba en la Nueva España”, y si no lo hacían, debían “ponerse sobre el dicho puerto de La Habana” y buscar la información y llevarla al Conde de Cumberland “y al de Leste a las islas de la Tercera, a donde aguardan”.
Ayer 26 de julio “entraron en este puerto con 300 personas vecinos, mujeres y soldados” y el Gobernador de Puerto Rico, Antonio Mosquera, y el Capitán Lanzos con sus oficiales y el Capitán Andrés Ayala, con los suyos y sus banderas”.
Esta relación la hizo Francisco Delgado “La cual dicha relación hizo el dicho Francisco por mandado del señor don Fernando Melgarejo de Córdoba, en presencia de mí, el Escribano, para dar noticia al Rey nuestro señor por la vía de La Habana” (I. 12).