Confirmación del recibo de cartas enviadas por el Rey al Gobernador.
Informe sobre la llegada del Ingeniero Militar Antonelli a Cartagena, revisión de obras de fortificación que se están haciendo y entrega de la traza de la fortificación principal que se hará en breve.
Antonelli encarga alistar piedra, cal y otros materiales para iniciar las obras de fortificación.
Informe sobre las personas que están trabajando en la construcción de las obras de fortificación de Cartagena.
Solicitud para que se envíen de las Galeras de España algunos forzados y esclavos oficiales de cantería, albañilería, herreros y otros que convienen para la obra.
Discrepancia del Gobernador con el Ingeniero sobre el tiempo y el dinero que se requieren para la construcción de la fortificación de Cartagena.
Informe sobre la decisión de mandar construir una galera nueva con la madera de la Provincia de Urabá.
Solicitud para que los costos de construcción de una galera nueva, se tomen del Situado de las galeras y se reembolsen de los dineros de la Hacienda Real.
Solicitud para tener cuatro Galeras en la Armada de la Guardia de Tierra Firme para que dos de ellas viajen a recorrer la costa hacia el Cabo de la Vela y vaya hasta la Isla Española, donde hibernan muchos corsarios ingleses y franceses.
Datos sobre diversas rutas de navegación entre La Isla Española y Cartagena.
Informe sobre las actividades delictivas de los corsarios ingleses mientras hibernan en la Isla Española.

Informe de don Pedro de Acuña, Gobernador de la Provincia de Cartagena, al Rey Felipe. 
1. Confirma que la carta del Rey del 29 de mayo de 1594, que respondía a una del Gobernador del 1 de marzo, la recibió el 2 de diciembre, y la del 15 octubre, la recibió el 23 de diciembre. 
Informa que el 5 de noviembre de 1594 llegó a Cartagena el Ingeniero Juan Baptista Antonelli [sic], quien al salir de La Habana rumbo a Nombre de Dios “a entender en la fortificación de Puerto Bello, estando a vista de la Sierra de Capira”, un mal tiempo “dizque le obligó a arribar a esta ciudad, donde se ha ocupado en ver los reparos que yo había hecho para su defensa, así la estacada, como la trinchera y Caleta, que lo uno y lo otro le ha parecido bien y que ha sido muy necesario y forzoso el hacerlo”.
Antonelli entregó “la traza de la fortificación principal, y quedado de acuerdo que yo prosiguiese y continuase los dichos reparos que tenía empezados, por ser cosa tan conveniente para poder, con alguna seguridad, entender en lo principal”, y le encargó conseguir “la piedra, cal y más materiales necesarios” para la obra principal, y que cuando esto estuviese listo, “se le avisase a Puerto Bello para que él viniese a empezar la obra”. 
El Gobernador avisa al Rey que Antonelli “partió para Nombre de Dios en 22 del dicho mes” y como estos son asuntos de tanta importancia, le avisa que “cuando sea tiempo”, informará a Antonelli, “para que no se pierda ninguno en lo que tanto importa, que por ahora, harto hay que hacer en acabar los dichos reparos y sacar la piedra, en que tengo ocupados cantidad de forzados y los pocos esclavos que hay”.
Como algunos de los soldados y personas de galeras son sobrestantes y “tienen sueldo de vuestra majestad, con poca cosa que se les da pueden entretenerse y pasar”, con lo cual se ahorrará “una buena cantidad, que todo es bien menester, según la mucha obra que la dicha fortificación tiene y los pocos dineros que hay para ella”.
El Ingeniero Antonelli considera que será necesario “mucho tiempo y mucha más hacienda de lo que para ella está consignada” para fortificar Cartagena, pero el Gobernador afirma que si el Rey autoriza “mandar poner aquí las cuatro galeras que se le ha suplicado, y habiendo en ellas algunos forzados y esclavos, oficiales de cantería, albañilería, herreros y otros que convienen para la obra, (que los hay en las galeras de España y allí no son menester), y procurando yo como procuro que se trabaje y se excusen gastos en cuanto fuere posible”, se terminará la obra más rápido sin que sea necesario más dinero del que el Rey “ha mandado señalar”, pues como este dinero no es superior a lo que está destinado para mantener y reparar las fortificaciones, se toma de “los derechos del agua de Turbaco”.
2. En la carta del Gobernador del 8 de octubre informa que como la galera patrona está muy vieja, “es de muy poco provecho”, y para repararla se requiere mucho dinero, y como al presente se encuentra en Cartagena el Maestro Mayor Andrea, y en la Provincia de Urabá hay “mucha y muy buena madera de cedro, pensaba hacer otra a propósito, la cual con el cuidado que pondría en que se trabaje (I. 1), y mi asistencia, vendrá a costar poco más de lo que montan los adobios de la vieja”, y resultaría más barato que si la construyen en España [registro A-CG-0128-01 y 0128-02].
Las galeras de la Guarda han viajado a custodiar “la costa hasta Santa Marta, el Río de la Hacha y Cabo de la Vela, para seguridad de la pesquería de las perlas, que tan inquietada es de ordinario de los muchos corsarios que por allí acuden, y aunque no hallaron ninguna, su ida habrá sido de mucha importancia” pues como hace años no se hacía esa guardia, los enemigos sabrán que las galeras estuvieron allí,  lo cual “será ponerles freno para que no impidan la dicha pesquería como lo suelen hacer”.

La galera patrona vino de ese viaje muy “mal parada y arruinada”, por lo que el Gobernador se vio obligado a “hacer la galera nueva más brevemente”, a mandar “cortar la madera” y alistar lo demás que se requiera para su construcción, para que “esté lista y aprestada para las ocasiones que se pueden ofrecer”, y le suplica al Rey que “se sirva de mandarlo tener por bien” que el dinero que se tome del “situado para provisión y sustento de las dos [galeras] que aquí hay, se libre y pague de la Caja Real de esta provincia”,  y se reponga al situado, “pues … nunca las galeras que se traen a estas partes se pagan de los situados de ellas”.
3. Menciona de nuevo los beneficios que traería a la seguridad y defensa de la ciudad de Cartagena y de esta costa, que el Rey ordene poner cuatro galeras en Cartagena, pues se podría llevar a Cartagena “con menos riesgo la plata y oro de Nombre de Dios o Puerto Belo, para que de aquí la puedan llevar las fregatas y galeones que vinieren por ella”. 
Al salir la Flota y Armada cargadas de Cartagena, dos de las galeras podrían cada año “correr la costa hasta el Cabo de la Vela y Isla de Curazao, y pasar hasta la Isla de Santo Domingo”, que queda a “noventa leguas de travesía”, donde con frecuencia se recogen e hibernan los corsarios y hacen “sus salidas, que es causa para que no se puedan proveer las unas islas de las otras, ni contratar con esta ciudad ni en Tierra Firme, sino es con muchos riesgos y peligros”, como ha sucedido después que en Santo Domingo ya no hay galeras de la Guardia. Los corsarios “nunca dejan de robar… los navíos de aviso y otros que suelen venir con licencia de vuestra majestad y las fregatas y barcos del trato, y otros que van y vienen, y rescatar por toda la costa, mucho de lo cual cesaría con correrla las galeras cada año”, lo cual se puede hacer fácilmente durante “dos o tres meses, porque podrían volver con las brisas, de manera que a ida y vuelta llevan buen tiempo”, además, esta es la época en “que menos falta hacen para la fortificación, porque como entonces hay tantos aguaceros, no se puede trabajar en ella”, y como en marzo, abril y mayo es la época en que los corsarios “continúan [en] la dicha isla de Santo Domingo”, las galeras no pueden viajar a aquella isla durante ese tiempo “por la falta que harían a la Flota que viniese”.
Informa que los corsarios “nunca dejan de rescatar por aquella costa y hacer los daños que acostumbran” y para evitar que continúen “con la libertad que andan” y aunque (I. 2) ni la Flota ni la Armada vengan de España, “también podrían ir por el dicho tiempo, para que en ninguno tuviesen ellos seguridad que habían de faltar de allí galeras”.
Todo esto se ha consultado y examinado con “los pilotos más prácticos de esta costa, a los cuales ha parecido lo mismo que a mí”, como podrá ver por la información que le envía con esta carta [registro A-CG-0122-03].  Además, hace dos años que se trajo a Cartagena la galera “que estaba en guardia de la dicha Isla de Santo Domingo”, y por estar tan vieja y dañada, en poco tiempo no servirá. 
Si el Rey le concede licencia, el Gobernador quisiera ser el primero en realizar estos viajes de guardia, que serán “el remedio para que los enemigos no hagan tantos daños como robos y rescates”.
Informa que según noticias que trajo hace poco un navío a Cartagena, los corsarios han rescatado en estos días “hacia la banda del norte más de sesenta mil cueros y otras cosas, y dejado la tierra tan proveída de ruan y otras mercaderías, cosas de Francia, Inglaterra y Flandes, que vale casi al mismo precio que en España” y le ha parecido importante informar al Rey, y suplicarle “se sirva de mandar considerar, que por el celo y deseo que siempre he tenido y tengo de acertar en lo que es su real servicio, y haberme criado en este ministerio de galeras, así en las de vuestra majestad como en las de mi Orden, donde he tratado y visto las cosas de ellas de veinte y siete años a esta parte, se me puede dar crédito en lo que cerca de esto dijere” (I. 3).
Al final del documento aparece una nota que afirma que este documento está el Consejo de Indias, “en manos del Secretario Juan de Ledesma” (I. 4).