no especificado
Testimonio de 6 pilotos sobre la conveniencia de tener 4 Galeras para la Guardia de Tierra Firme para que al menos dos de ellas viajen a recorrer las costas de la Isla Española, donde hibernan muchos corsarios ingleses y franceses.
Datos sobre la aparición de vientos durante el año.
Datos sobre diversas rutas de navegación entre La Isla Española y Cartagena.
Informe sobre las actividades delictivas de los corsarios ingleses mientras hibernan en la Isla Española, esperando mejor tiempo para zarpar y atacar los navíos españoles.
El 18 de marzo de 1595, don Pedro de Acuña, Caballero del Hábito de San Juan y Gobernador y Capitán General de Provincia de Cartagena y de la Armada de galeras de la Guardia de Tierra Firme, informa que ha tenido noticia “que después que no hay galeras en la Isla de Santo Domingo, hay muchos corsarios ingleses que hacen muchos daños por aquella costa, e para informar al Rey … e señores de su Real Consejo”, ordenó hacer una información con el testimonio de algunos “pilotos e personas de la mar”, sobre si las galeras de Tierra Firme pueden ir a la costa de Santo Domingo “en algún tiempo del año a estorbar los dichos daños que los dichos corsarios hacen, en tiempo que en esta costa no hagan falta” (I. 45).
A continuación se registran los seis testimonios de pilotos, todos firmados por ellos y por el Escribano Andrés del Campo.
1. Testimonio del piloto Francisco Maldonado. Cartagena, 18 de marzo de 1595:
Piloto con mucha experiencia que “ha muchos años que ha navegado esta costa de Tierra Firme e islas de barlovento y Santo Domingo” y con las Armadas Reales y junto al Adelantado Pedro Meléndez, ha “ayudado a tomar muchos corsarios en la dicha Isla Española de Santo Domingo”.
Informa que los corsarios ingleses hibernan entre agosto y noviembre en varios puertos de aquella isla, conocidos como “la Yaguana, Atibunico [o Artibonito], Cabeza [o Cabo] de San Nicolás [y] puertos de Guanahibes, aguardando buen tiempo”, y en ellos rescatan y roban, “aguardando buen tiempo”, y al pasar el invierno, viajan hacia el Cabo de San Antonio a esperar “los navíos que desta costa de Tierra Firme y de Santo Domingo y de Honduras salen para ir a La Habana, para tomarlos en el camino, de lo cual han resultado muchos daños, los cuales le parece a este testigo, según la noticia e práctica que tiene de la navegación, se podrían remediar con que las galeras de la Guarda de esta costa, siendo cuatro”, podrían viajar a la Isla Española con dos o tres de ellas, saliendo de Cartagena a finales de julio y en agosto, mes en “que reinan los vendavales (I. 46), podrían ir por ellos hasta el Cabo de la Vela, e más a Barlovento, si quisieren atravesar de allí a la Isla de Santo Domingo, que es tiempo muerto e no hay mar ninguna en aquella travesía, porque caso que haya brisa, es bonancible”, y con la bonanza del viento, se podrá atravesar desde el Cabo de la Vela hasta Santo Domingo, y recorrerán dicha isla desde aquella ciudad “hasta el Cabo de Tiburón, e podrán recorrer en el mes de agosto, setiembre y octubre e parte de noviembre todos aquellos puertos, e tomar los corsarios que allí hubiere, que sin duda se hallarán muchos”.
Las mencionadas galeras podrán volver a Cartagena a fines de noviembre, principios de diciembre, “para hallarse en las ocasiones que en esta costa fueren menester”.
También afirma que regreso de las galeras a Cartagena se puede hacer de dos maneras: una directo desde Santo Domingo, y la otra desde el “Cabo de Tiburón, y con el viento a popa, venir a tomar la Isla de Jamaica (I. 47), y allí refrescar la gente, y de aquella isla a este puerto hay dos días de travesía, que pueden aguardar un día de bonanza, e con él, venir a este puerto”. Testifica que los navíos de los corsarios hibernan en los mencionados puertos “sin vela ninguna, las jarcias quitadas, sus masteleos [o mástiles] abajo” y a su “propia suerte” como en La Rochela o en Inglaterra, pues allí no hay quién los defienda, y que ”tratan e contratan con los de la tierra, e las mercaderías e negros que han robado en otras partes … lo venden a trueque de cueros y cosechas de la tierra, de azúcar e otras cosas” (I. 48).
Dijo que tenía 36 años de edad.
2. Testimonio del piloto Baltazar Díaz. Cartagena, 18 de marzo de 1595:
Piloto con mucha experiencia que “ha navegado desde esta costa hasta la Isla de Santo Domingo y en Barlovento de ordinario”, y afirma que hay muchos corsarios en esas tierras “que hacen muchos daños, en especial … después que no hay galeras” en la Isla de Santo Domingo, los cuales andan “muy de ordinario hibernando e rescatando e dando carena los dichos corsarios en la banda del norte de la dicha isla en muchos puertos que allí hay, sin que nadie se lo estorbe”, y cuando pasa el invierno, “salen de los dichos puertos e vienen por la costa abajo (I. 49), unos a desembocar, y otros a otras partes donde hacen muchos daños”. Al testigo le parece que esto se podría “remediar con que las galeras de esta costa, siendo cuatro, podrían ir desde esta ciudad a la isla Española de Santo Domingo, las dos o tres de ellas, porque [e]s navegación que partiendo desde el mes de mayo por delante, pueden ir para Barlovento, que reinan los vendavales, e ir hasta el Cabo de la Vela”, y desde ahí atravesar hasta la isla de Santo Domingo, que dista 80 o 90 leguas, “porque desde mayo en delante son tiempos muertos ,e no hay mar ninguna en la dicha travesía porque aunque haya brisa, son bonancibles, e con aguardar una callada de bonanza pueden ir con mucha facilidad”, y podrán recorrer toda las isla desde mayo hasta noviembre, y “tomar los corsarios que allí hubiese, porque sin duda se hallarán munchos, porque suelen (I. 50) invernar en aquel tiempo en los dichos puertos de Barlovento e banda del norte de la dicha isla”, pues los corsarios están “como si estuviesen en su tierra, invernando por la comodidad que tienen e le hacen la gente de la tierra que rescatan con ellos e los proveer de comidas”.
Al terminar “de correr la dicha isla de Santo Domingo e tomados los corsarios que allí hubiere”, las galeras podrán regresar a Cartagena con seguridad, pues “cualquier tiempo del año” es bueno para la navegación, y lo sabe pues hace “trece años que vino por piloto de una galera desde Santo Domingo a esta ciudad, e la dicha galera con ser vieja e podrida vino muy bien, aunque tuvieron mucho tiempo”, y ha navegado este trayecto muchas veces.
Dijo que tenía 30 años de edad (I. 51).
3. Testimonio del piloto Francisco Martín, Cartagena, 18 de marzo de 1595:
Piloto con más de diez años de experiencia en la navegación de la costa de Tierra Firme y las islas de Barlovento, y “ha visto este testigo que todos los más meses del año hay corsarios en la isla de Santo Domingo que andan robando y otros están invernando e rescatando mercaderías a trueque de cueros e otras cosas de la tierra, en la banda del norte e puertos della, y están allí hasta que sale el invierno, que salen a hacer daños a los navíos” que de la costa de Tierra Firme y de otros puertos van hacia La Habana, “para tomarlos en el camino, de lo cual han resultado munchos daños”. Este testigo considera que esto se podría remediar si fueran cuatro las galeras de la Guardia de Tierra Firme, podrían viajar a la isla de Santo Domingo desde mayo hasta (I. 52) noviembre, pues estos “son tiempos bonancibles e que con facilidad se navega y atraviesa a la dicha Isla desde el Cabo de la Vela, que hay ochenta u noventa leguas de travesía y es tiempo muerto, e con aguardar una callada, se atraviesa en dos días”, y las mencionadas galeras podrían “recorrer la isla e tomar los dichos corsarios que tantos daños hacen”, y al terminar, podrán volver a Cartagena “en cualquier tiempo del año seguramente”.
Este testigo está enterado de todo esto “porque lo ha visto, como piloto que [e]s, y tiene mucha noticia de los muchos daños que hacen los dichos corsarios”.
Dijo que tenía 28 años (I. 53).
4. Testimonio del piloto Manuel de Abreo, Cartagena, 21 de marzo de 1595:
“Piloto examinado de la Carrera de las Indias”, quien “ha navegado en estas partes de Indias desde el puerto desta ciudad [de Cartagena] a la isla de Santo Domingo” y vuelta, y por la “costa de Tierra Firme muchas veces, e de muchos años a esta parte, por lo cual tiene mucho conocimiento en la navegación”, y sabe que si las galeras de esta costa fueran cuatro, para que unas puedan viajar y otras “quedar para lo que se ofreciere”, podrían custodiar “la costa desde este puerto al Cabo de la Vela, e Cabo de Coquibacoa, y de allí pueden atravesar a la isla de Santo Domingo en el mes de agosto y setiembre, por ser tiempos bonancibles en esta costa”, y porque la distancia (I. 54) aproximada es de 90 leguas, si las dichas galeras viajan durante este tiempo, “será de mucho efecto su ida, por la seguridad que terná la costa e la pesquería de las perlas del Cabo de la Vela”, y serán de mucho efecto “en la costa de Santo Domingo … respecto de que en este tiempo e por el mes de otubre e noviembre es tiempo de bonanza en aquella costa, e se puede bojar [o recorrer] toda la isla e los puertos que en ella hay”, lo cual será muy efectivo pues “en este tiempo están los navíos de ingleses e franceses en los puertos dando carena e invernando” y esperando comerciar con la corambre, o cueros, “para irse con ellos en la primavera del verano, e sin duda, las dichas galeras harán muchos presas de corsarios que de ordinario suelen estar en los dichos puertos haciendo muchos daños”, según supo este testigo que cuando vinieron de La Yaguana, “cargaron en la costa más de veinte e cinco navíos de ingleses e franceses, y ansí tiene por cosa cierta y sin duda este testigo, que yendo las dichas galeras todos los años a correr la dicha isla de santo Domingo” (I. 55), evitarán muchos daños que hacen los corsarios, y que volver a Cartagena “es cosa fácil”, porque circundando la isla y buscando las de Barlovento, “pueden atravesar a esta costa, así a popa” y si no pueden recorrer la isla, pueden llegar al “Cabo de Tiburón, que [e]s en el poniente de la isla Española, y de allí en un día pueden atravesar a Jamaica e proveerse de lo que tuvieren necesidad, e de la isla de Jamaica a esta costa hay poco más de sesenta leguas, por lo cual es camino muy fácil, e que en todo tiempo que quisieren pueden volver sin riesgo ninguno”.
Todo esto lo sabe por ser “piloto examinado”, quien ha navegado muchas veces estas tierras desde hace más de 30 años.
Dijo que tenía 43 años.
5. Testimonio del piloto Pedro Álvarez de Reina, Cartagena, 21 de marzo de 1595 (I. 56):
Maestre de navío “examinado de la Carrera de las Indias, estante al presente” en Cartagena, dijo que ha navegado durante muchos años por “la costa de Santo Domingo y esta costa de Tierra Firme” por lo que tiene mucha “noticia de la navegación, y sabe asimismo que después que faltaron galeras en la Isla de Santo Domingo, luego el año siguiente hubo corsarios ingleses en la dicha costa, que hacían muchos daños”, como el capitán inglés Lanton, quien vino con dos navíos y entró a la bahía de Saucedo [sic], localizada a cinco leguas de Santo Domingo, donde “estuvo mucho tiempo … viniendo los más de los días sobre el puerto de Santo Domingo, e no dejaba entrar navío ni barco que no lo tomase”, y que había otros navíos ingleses que iban hacia el norte. Afirma que en “todos los años, nunca ha dejado de haber muchos navíos de corsarios que hacen e han hecho muchos daño” e hibernan en los puertos del norte (I. 57) de la isla de Santo Domingo, “o de la banda del sur”, donde mejor puedan hacer las contrataciones que hacen “con gente de la tierra”.
Considera que ellos mencionados daños “se podrían remediar con facilidad yendo las galeras de esta costa, siendo cuatro, a correr la dicha isla” viajando desde Cartagena durante los meses de agosto y septiembre “que es tiempo en esta costa y en la de Santo Domingo de bonanzas, y podrían ir por la costa hasta el Cabo de la Vela y de allí atravesar a Santo Domingo que es travesía de noventa leguas poco más o menos”, y podrán viajar en secreto por el norte de aquella isla, “donde hallarán muchos navíos de corsarios invernando e dando carena, aguardando la carga de cueros que les dan la gente de la tierra, como es público, y que cada año salen de allí cargados muchos navíos por este tiempo, por ser tiempos en aquella costa bonancibles”, y esto lo sabe el testigo (I. 58) pues “ha hecho la dicha navegación muchas veces”.
Dijo que tenía 35 años.
6. Testimonio del piloto Ignacio Domínguez, Cartagena, 22 de marzo de 1595:
Piloto y vecino de Cartagena, dijo “que después que se quitaron las galeras de la Guarda de Santo Domingo, han acudido a la dicha isla muchos navíos de corsarios ingleses e franceses que hacen muchos daños”, e informa que estando él “en aquella isla, vio que tres naos inglesas con tres lanchas iban arrasando la costa e tomaban a todos cuantos barcos e fragatas había, y se fueron a un ingenio que llaman de Ocoa e lo robaron, e tomaron toda el azúcar que había en él, y hacen estos daños e otros munchos” (I. 59), y están hibernando en los puertos comerciando y “rescatando con la gente de la tierra cueros y otras cosas, e los dichos daños se podrían remediar con que las galeras de la Guardia desta costa, siendo cuatro, cada un año podrían ir desde agosto hasta octubre … a la dicha isla de Santo Domingo, porque en aquellos tiempos hay bonanzas e vientos largos para poder ir e atravesar a Santo Domingo”, saliendo de Cartagena, recorriendo la “costa de Tierra Firme hasta el Cabo de la Vela e más arriba, e de allí atravesar con mucha seguridad a la dicha isla de Santo Domingo”, que sería viaje de 80 o 90 leguas, y llegados a Santo Domingo, pueden bojar o recorrer la isla “e tomar los corsarios que en ella de ordinario hay”, y después, volver a Cartagena “en cualquier tiempo del año con mucha seguridad en tres días u cuatro porque [e]s muy poco camino, e traen de ordinario el viento largo para volver a esta costa”.
Con lo que se ha dicho (I. 60), “cesarán los muchos daños que los dichos corsarios hacen e han hecho”. Esto lo sabe pues hace diez y ocho años navega tanto en navíos propios como ajenos por aquella costa, los cuales “no tienen el sustento que tienen las dichas galeras para la dicha navegación”.
Dijo que tenía 40 años.
Habiendo visto los anteriores testimonios, el 25 de marzo de 1595, el Gobernador Acuña ordenó al Escribano Andrés del Campo que sacara una copia de ellos (I. 61) para que sean enviados al Consejo de Indias (I. 62).
Personas Mencionadas | Cargo 1 | Cargo 2 |
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Acuña, Pedro de
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Gobernador de la Provincia de Cartagena
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Capitán General de la Provincia de Cartagena
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Campo, Andrés del
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Escribano
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Maldonado, Francisco
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Piloto
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Meléndez, Pedro
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Adelantado
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Díaz, Baltazar
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Piloto
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Martín, Francisco
|
Piloto
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Abreo, Manuel de
|
Piloto de armadas
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Álvarez de Reina, Pedro
|
Piloto de armadas
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Lanton
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Capitán inglés
|
|
Domínguez, Ignacio
|
Piloto
|
NIVEL 1 | NIVEL 2 | NIVEL 3 |
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Asuntos laborales | Relación de servicios | Maestros de navíos |
Comercio | Alimentos | |
Comercio | Esclavos | |
Comercio | Mercancía | Cueros |
Defensa | Armadas reales | Armadas de guardia |
Defensa | Armadas reales | Custodia de bienes |
Defensa | Armadas reales | Custodia de costas |
Defensa | Armadas reales | Custodia de mares |
Defensa | Armadas reales | Rutas de armadas |
Defensa | Conflictos bélicos | Asedio de corsarios |
Defensa | Conflictos bélicos | Ataques de corsarios |
Defensa | Conflictos bélicos | Captura de enemigos |
Defensa | Conflictos bélicos | Navíos enemigos |
Defensa | Conflictos bélicos | Robos |
Esclavitud | Comercio | |
Fenómenos naturales | Tormentas | |
Gobierno | Asuntos de gobierno | Gobernadores |
Justicia | Denuncias | Contrabando |
- Armada de Galeras de la Guardia de Tierra Firme
- Armada de la Carrera de las Indias
- Armada Real Española
- Gobernación de la Provincia de Cartagena
Lugares mencionados original | Ubicación geográfica actual | Lugar | |
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Honduras
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Cabo de San Antonio
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La Habana
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Puerto de Artibonito
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Puerto de la Yaguana
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Islas de Barlovento
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Jamaica
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Isla Española
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Santo Domingo
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Costa de Santo Domingo
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Cabo de Tiburón
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Bahía de Saucedo
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Cabeza de San Nicolás
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Ocoa
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Puerto de Guanahibes
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Inglaterra
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La Rochela
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Cartagena
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Cabo de Coquibacoa
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Cabo de la Vela
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Costa de Tierra Firme
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