Informe sobre el alistamiento de la ciudad en caso de ataques de ingleses: reparación del Fuerte de San Matías y las trincheras que fueron arruinadas por los temporales.
Informe sobre el proceso de reparación de las Galeras de la Guardia.
Aviso de la llegada de la Armada Real e informe sobre el acuerdo que se hizo para poner estos navíos y las galeras cerca al Fuerte de San Matías para defender esa entrada, y que en caso de necesidad defiendan la entrada por la Boca Chica.
Licencia para que los vecinos de Mompox y Tolú que estaban listos para la defensa de Cartagena puedan regresar a sus casas, quedando atentos a otro aviso.
Solicitud de dinero para pagar la gente del presidio. 
Quejas de la gente del presidio presentadas al Visitador por alojarse en casas de vecinos, y acuerdo con el Cabildo de Cartagena para comprar unas casas para el presidio con lo que se cobre de Sisa a la carne, al vino y al maíz. 
Solicitud de picas, arcabuces, pólvora, plomo y cuerda pues el clima de Cartagena los daña.
Informa que las armadas y flotas que llegan intentan poner en la ciudad cuerpos de guardia y el Gobernador no está de acuerdo.
Orden para construir almacenes para el servicio de las Galeras de la Guardia.
Aprobación que tienen capitanes y soldados para jugar entre ellos en tiempos de espera.
Informe sobre una Visita practicada contra el Gobernador, en la cual fue acusado con unos memoriales que se probó que eran falsos y solicitud para que otra persona lleve este pleito y castigue a los culpados.
Solicitud para que se les puedan dar repartimientos de indios a los capitanes y soldados de las compañías que defienden la ciudad en pago de sus servicios.
Informe sobre la oposición que hace el Obispo y su amenaza de descomunión si se cobra Sisa para pagar el alojamiento de los soldados.

Informe de don Pedro de Ludeña, Gobernador de la Provincia de Cartagena, al Rey Felipe.
1. En los navíos de la Armada Real a cargo de Álvaro Flores que llevó el oro y plata de este año envió relación “de las cosas de esta provincia”, y de lo que ha hecho respecto al aviso “que el enemigo inglés quedaba en la costa de esos reinos y estuviese apercibido para esperarle”. Para ello, reunió la gente de la provincia que pudo, se encargó de reparar el “Fuerte de San Matías que está a la entrada del puerto, y aderezar las trincheras que como otras veces he escrito, su ruin fábrica y el rigor de los temporales de esta tierra, las tenían casi arruinadas por el suelo”. 
2. Después de ordenar a don Sancho de Arce “que pusiese las galeras en orden para que se juntasen con la Flota”, según ordenó el Rey, vio “que no estaban para poder servir por … hacer tanta agua, que apenas se podría agotar”, y no han entre las dos más de 30 remos (I. 1) y al haber consultado con el doctor Antonio González, “que por algunos respectos se ha detenido aquí”, se decidió “que la galera capitana que tenía menos daño, se armase con la chusma y remos de la patrona” para que pueda servir cuando sea necesario. Informa que se dedicaron a arreglar también la otra galera, se trajeron “cien habillas de remos, y con todo cuidado se van labrando y no se alzará la mano hasta haberlas puesto de servicio”, y su costo lo podrá ver el Rey por la relación que envían los oficiales de las galeras que va con este informe. Como ha dicho otras veces, “será mucho más barato que se envíen otras porque con estas será menester hacer muy gran gasto cada día” y será aún mayor porque “tienen muy poca chusma, y que casi toda va cumpliendo sus condenaciones, como así mesmo se avisa por fe del Contador y Veedor”. 
3. El primero de septiembre llegó a Cartagena el General Diego de la Rivera con sus navíos, y en cumplimiento de lo ordenado, se reunieron en casa del doctor Antonio González “y se hizo acuerdo que con las once naos que trajo con la capitana y almiranta, se pusiesen a la entrada del puerto debajo del Fuerte de San Matías, para que correspondiéndose, entre ambas fuerzas defendiesen aquella entrada, y que las galeras o la que de ellas estuviese de servicio, se pusiese con ellas para ayudarlas, y en caso que fuese necesario, pudiesen guardar la (I.2) Boca Chica que está sin reparo”. 
Así se ejecutó en cuanto a los navíos “que han estado allí hasta [la]hora que comienzan a correr los nortes y noroestes en esta costa”, y es necesario que entren al puerto y que estén listos “para cuando se ofrezca ocasión volverse al puesto”.  
4. Informa que dio licencia a la gente de Mompós y Tolú para regresar a sus casas pues hace tiempo están en Cartagena, pues según las noticias que tiene, “la Armada de que se me avisó se habrá recogido a Inglaterra por estar ya en esa costa el tiempo tan adelante”, y porque no tiene nueva “de que hayan bajado enemigos”, y les ordenó que estén listos cuando les avise.
5. En otras oportunidades ha solicitado al Rey “mandar proveer la paga de la gente de este presidio, y ahora lo vuelvo a suplicar, por ser la necesidad más urgente”, pues aunque se han podido “entretener hasta ahora con estar alojados en casa de los vecinos, los cuales habiendo llegado aquí el doctor Antonio González acudieron a representarle la necesidad en que este lugar está con los trabajos pasados y no poder llevar la costa y molestias que hospedaje tan largo y no usado en esta tierra trae consigo”, se ordenó comprar las casas necesarias “para alojar la gente en tres cuarteles como se ha hecho, y acordó el Cabildo de esta ciudad con parecer del dicho Antonio González, que para pagarlas se echase una Sisa en la carne y vino que se gastase en esta ciudad y en el maíz que se sacare de esta provincia para otras partes”, según el acuerdo que se envía con este informe (I. 3), y le solicita dar licencia.
6. También ha informado sobre la falta que hay de picas y arcabuces “porque la humedad y sol de esta tierra gasta lo uno y lo otro, de manera que aunque se tenga muy gran cuidado se pierden en poco tiempo”, que les provea de pólvora, “que aunque no se gaste, se hace tierra dentro de los barriles”, y también de plomo y cuerda. 
7. Informa que la ciudad de Cartagena “nunca ha tenido gente de guerra”, y por ser un lugar desarmado, las armadas y flotas hacen su voluntad, y “cada uno intenta proponer cuerpo de guardia y echar bando y otras cosas de esta calidad que ellos tienen por preeminencias, y entre soldados son abusos que no deben permitirse”, y como “sus cargos son en la mar”, le suplica que mande que en un lugar como este no haya dos cuerpos de guardia” por los inconvenientes que se pueden presentar entre los unos y los otros.
8. Le suplica de nuevo que envíe orden para el servicio de las Galeras, pues “como ahora está no servirá [a] vuestra majestad como se debe” (I.4).
9. Por medio de las cédulas fechadas el 2 de septiembre de 1587 y el 12 de febrero de 1589 se ordenó al Gobernador hacer “almacenes para el servicio de estas galeras, y habido aderezado el sitio y comprado algunos materiales”, un vecino estaba vendiendo una casa “sobre la marina y cerca del puesto que tienen las galeras en este puerto”, de lo cual se avisó al doctor Antonio González y con acuerdo de don Sancho de Arce “se han comprado en diez mil pesos de plata corriente”, y con estos y otros 1.500 que se requieren las galeras estarán muy cómodas. 
10. Informa que trata a “los capitanes y soldados como a soldados, y les permito lo que he visto siempre en todas las partes donde se tiene guerra y esperan enemigos sin que lleguen [a] hacer escándalo”, y es que jueguen entre ellos, pues aquí se tiene por costumbre “en tiempo de armadas y flotas”, inclusive “en presencia de los gobernadores pasados y en sus casas se ha hecho”, pero al doctor González “le ha parecido inconveniente (I.5) y me tiene presos dos capitanes que sin embargo que no son de la ciudad sino del presidio, nunca han querido ganar sueldo y han servido y sirven sin él, porque con dados jugaron una rifa con otros forasteros y después quién la pagaba”. El Gobernador quiere saber qué hacer, pues sabe cuán importante es tener “la gente de guerra contenta y aunque no ande bien pagada”.
11. En la última carta que le escribió el Gobernador informa que el doctor González “había hecho información de cómo se gobernaba y hacía justicia y administraba la Hacienda Real en esta provincia, por ciertos memoriales que se dieron a vuestra majestad”, y aunque ha entendido que dichos memoriales fueron dados por personas relacionadas con el anterior Gobernador Pedro Fernández de Busto y sus oficiales, a quienes tomó Residencia, o con personas que había castigado por haber cometido delitos, informa al Rey “que el que nos llevó volviendo a esta tierra” murió en los ríos de Guinea, y entre su ropa “se hallasen los originales de letras conocidas de un Diego Daza, Teniente que fue de Pedro Fernández de Bustos, que privé de oficio en su Residencia, y de un Juan de Torres, que fue Residenciado en la visita de las Galeras que aquí hice por orden de vuestra majestad”, y al llegar a Cartagena  …  se entregaron estos papeles al doctor Antonio González, “y por ellos parece que se fingieron (I.6) personas de frailes de estos conventos, para que con su hábito y religión los autorizasen y moviesen a vuestra majestad, y proveyese esta visita”, y por los capítulos de esos memoriales “se han visto y entendido las cosas de que me acusaban, que como no se me hicieron cargos, hasta ahora no se pudieron entender”. 
12. Y como le pareció que “el mejor medio” para averiguar la verdad “era acusar al dicho Diego Daza,  cuya letra está conocida y comprobada de haber enviado memoriales a vuestra majestad con tan falsos testimonios tan en daño de mi honra y oficio, y fingido personas tan en perjuicio de los monasterios y deshonor de muchos vecinos principales y honrados, a fin de sólo dañarme, para que apretado por defenderse hiciese diligencia contra mí y él quedase más convencido, lo puse en ejecución y presenté ante el doctor Antonio González una querella, y tampoco se me ha admitido ni querido oír, como vuestra majestad podrá mandar ver por los autos que envío”. 
13. Y como entre otras cosas en varios capítulos de los memoriales “se señala el dicho Diego Daza y a otros sus amigos y aliados” que huyen “de echar mano de ellos para testigos”, lo cual se supo en la Visita, le suplica al Rey (I. 7) que como el doctor González no lo ha querido oír, provea a otra persona “que desapasionadamente haga esta causa y la concluya y castigue los culpados” pues como es justo que se avise al Rey sobre cualquier culpa de sus criados y ministros “en tierra tan apartada”, que “sea con verdad y llaneza … y no por vengarse de los que hacen justicia como este y sus cómplices han hecho”, y espera se entienda “el amor y diligencia con que he servido este cargo”.
14. Informa que ha “entretenido los capitanes y personas particulares que sirven en esta ocasión y asisten en estas compañías, con darles a entender que en las vacantes que vinieren de repartimientos de indios, terné cuenta con gratificarles sus servicios” pues como el Rey está de acuerdo en que se den a conquistadores y sus descendientes … no parece que han de ser de peor condición los que asisten a su defensa”, pero estando a punto de vacar una encomienda, el doctor González dijo ”públicamente que no se podía ni debía hacer (I.8), y que era contra el orden que vuestra majestad tiene dado”, pero como esto es de gran importancia para que los que “sirven en este presidio se animen por el premio”, suplica al Rey le ordene qué hacer.
15. Informa que el Obispo se opone “a poner la Sisa para pagar el alojamiento de los soldados”, diciendo que si se impone habrán de “incurrir en la descomunión”. La ciudad envía carta al Rey sobre este asunto, y el Gobernador le suplica enviarle “cédula para poderlo hacer”. 
16. Informa que tuvo noticia de Panamá que el 3 de septiembre se embarcó el Virrey don García de Mendoza “y arribó dos veces a las Islas de Perico y después volvió en demanda de su viaje” (I. 9).