Informe sobre la noticia de la presencia de barcos enemigos en el Mar del Sur, y la creencia de algunos que puede ser falsa, o un juicio sin fundamento de los indios que supuestamente los vieron.
Noticias importantes sobre la Armada Española que se envió a Inglaterra. 
Solicitud al Rey de información más precisa sobre los grandes y prósperos sucesos de la Armada Real contra Inglaterra. 
Informe sobre las plegarias del Deán y Cabildo de la Iglesia Catedral, los monasterios y los vecinos de Cartagena a favor de la Armada Real Española que se envió contra Inglaterra.
Descripción de los destrozos que causó una tormenta que azotó la ciudad de Cartagena y estado en que quedaron sus fortificaciones, incluyendo el Fuerte de San Matías, y piezas de artillería.
Solicitud para que se construyan obras que protejan la ciudad tanto de enemigos, de las tormentas y del mar.
Solicitud para que se aclare la jurisdicción de las Galeras en cuanto a asuntos de justicia.

Informe de don Pedro de Ludeña, Gobernador de la Provincia de Cartagena, al Rey Felipe.
1. En los navíos de la Armada Real a cargo de Álvaro Flores escribió al Rey lo que se ofrecía, y de la noticia que tuvo del Virrey del Perú y de la Audiencia de Panamá “que habían entrado por el Estrecho [de Magallanes] dos navíos gruesos de enemigos y que don Gerónimo de Torres, hijo del Virrey, había vuelto con la Armada en que trajo la plata a buscarlos”.
Luego parece que “la nueva no debía de ser cierta”, que fue “antojo” o juicio sin fundamento de los indios que dieron la noticia, “porque hasta hoy, que son veinte y cuatro de noviembre, no se ha sabido más de ellos, y de navíos que han venido de los valles y de otro que vino de Lima a Panamá” los primeros días de octubre, se sabe que no han aparecido, “y que se tiene por falsa la que los indios dieron de que los habían visto y que la Armada quedaba en El Callao”. 
Lo mismo afirma el Presidente de Quito, doctor Barros, en carta del 20 de agosto, por ello el Gobernador de la Provincia de Cartagena envía la noticia por varias vías al Rey, “por el cuidado” que ha tenido al saber que “habían entrado enemigos y esto se tiene universalmente por cierto y así lo afirman de Panamá”.
2. De la costa de Caracas ha sido informado que la Armada Real Española que fue a Inglaterra “había descubierto al enemigo y héchole algún daño, y que a los doce de agosto quedaban ambas armadas peleando y que a los trece se había sabido (I.1) de Inglaterra que habían llegado allí parte de los navíos ingleses fracasados, y que habían recibido mucho mayor daño y aunque esta nueva viene impresa en Sevilla, y por eso esta provincia queda con muy gran regocijo y contento”, no se tiene “entero” contento hasta saber la noticia “con más certeza”, por ello le suplica le mande información sobre “los grandes y prósperos sucesos que esperamos de esa jornada” para dar la noticia en estas tierras, “porque demás de que importa por lo que están lastimadas las costas de las Indias de los robos y daños que ingleses han hecho en ellas, es muy justo que se entienda el celo y cuidado con que vuestra majestad ampara y defiende sus vasallos y castiga con tanto poder semejantes atrevimientos”. 
3. Informa de nuevo que el Deán y Cabildo de la Iglesia Catedral, los monasterios y todos los vecinos de Cartagena “hacen cada día plegaria solemne desde los primeros de mayo por la vitoria de la jornada” la cual continuará hasta que el Rey ordene otra cosa. 
4. Informa que los oficiales reales y el Gobernador le escribieron sobre los negocios de la Hacienda Real.
5. A las 3 de la tarde “se comenzó a levantar una gran tormenta en esta costa, con tanta fuerza y violencia que se metió en tierra por algunas partes más de cincuenta y sesenta varas y abrió La Caleta de un cabo a otro, largó de un gran tiro de arcabuz y entró en la bahía y cubrió la puente de San Francisco y anegó hasta la misma puerta de la Iglesia”, y algunos barcos que estaban en el puerto fueron arrollados “y en la playa derribó y deshizo todas las trincheras de la Caleta, llevó treinta y tres estacas grandes que estaban metidas a la mar y un foso que yo había hecho hacer en ella cuajado de estacas de puntas muy agudas, respecto de no poderse hacer de agua, se llevó de cinco partes las cuatro y la otra cubrió de arena, y por la parte del puerto, que estaba una pica de fondo en arena más de treinta pasos, de manera que por ella se sale y entra libremente, rompió por tres partes el edificio de cal y piedra y la trinchera que se hizo (I.2) a la Ciénega del Ahorcado se llevó hasta la mitad, sin dejar estaca ni piedra … y un fuerte que estaba en la playa entre estas dos trincheras hecho de estacas grandes y piedra seca que hice allí, le deshizo sin dejar señal de él y dos piezas de artillería que tenía, una de bronce y otra de hierro colado, las enterró, de manera que hasta hoy no han parecido, y fue con tanta furia y entró tan adentro la mar, que fue imposible retirarlas”, y en las trincheras en que se pudo caminar, se retiró la artillería, y “andábamos con el agua a los pechos de los caballos, y era la lluvia del cielo tan grande y con tanta furia, que con ella se pudo temer la ruina de muchas casas de la ciudad, y duró tres días enteros sin cesar”. 
6. El Fuerte de San Matías, ubicado a la entrada del puerto de Cartagena, “quedó también muy arruinado, dos baluartes desechos, y entró por aquella parte la mar tan adentro que si la artillería de ellos no se retirara a tiempo, se hubiera perdido”. 
7. Informa que la ciudad de Cartagena quedó “desarmada, de lo que es reparos y fortificación, y en muy gran riesgo de la mar, si sucediese otra tormenta como la pasada, porque respecto de la tierra que ha ganado, queda por muchas partes de él a las mismas paredes, especialmente desde las espaldas del Monasterio de Santo Domingo hasta la posta de Santiago”, y este sitio no se puede reedificar por haber gastado tanto dinero el Maestre de Campo Juan de Tejeda y el Ingeniero Bautista Antonelli en el fuerte de la Punta de los Icacos y las dos trincheras mencionadas, “y ser tan pobre la renta que hay para la fortificación”,  y tampoco se puede reparar para que “la mar no haga el daño que se teme”, pues como han dicho varias personas, entre ellas el Gobernador anterior, don Pedro Fernández de Busto, (I.3), “que según la mucha tierra que la mar había ganado en su tiempo, no era posible que esta ciudad durase seis años, y realmente que si no se le hace alguna defensa, siempre estará a muy gran riesgo, porque ahora con venir la mar hecha de norte y levantarse al mismo tiempo un vendaval tan fuerte que derrocó muchos árboles y bohíos de este lugar y destruyó las estancias y rozas de maíz que había la tierra adentro”, envía esta información y suplica se mande proveer el remedio.
8. Solicita de nuevo que el Rey “se sirva de mandar dar orden en la jurisdicción de las galeras y declarar lo que cada uno debe conocer”, y certifica “que es imposible gobernarse cristianamente esta ciudad” si cada día se presentan “muchas desgracias y cuestiones sobre cada prisión que se quiere hacer” y no puede el Gobernador hacer justicia, “porque a dos días que se tenga un hombre en la cárcel, en saliendo de ella se asienta en galera, y todos los mozos traviesos hacen lo mismo”, y al ordenar que se hagan alardes, “y por no hacerlo, se meten soldados de galera”, y por ello las compañías que salen a hacer alardes van muy solas, con máximo 60 hombres. 
Reitera la importancia de esta ciudad y las veces que se le ha suplicado al Rey fortificarla y pagar a sus soldados y suplica de nuevo se provea remedio, “pues de todas maneras este lugar queda con el riesgo y en el estado que digo” (I.4).