Carta del Gobernador y del Cabildo de Cartagena dando informes sobre la toma de Cartagena por parte de Drake, y las razones que tuvieron el Gobernador y los habitantes de esa ciudad para pagar el rescate para liberarla.
Solicitud de plazos para pagar el dinero prestado para rescatar las casas de particulares.
Solicitud de galeras, fragatas y hombres de guarnición para custodiar y defender Cartagena.

El Gobernador de la Provincia de Cartagena, Pedro Fernández de Busto, y los miembros del Cabildo de la ciudad de Cartagena escriben al Rey Felipe II, “queriendo dar razón del estado de las cosas de ella”. Los informes que les envió acerca de la armada inglesa “se recibieron, aunque tan tarde”: el primero de ellos llegó el mismo día que la armada inglesa comandada por el “Capitán General Francisco Drac, entró en esta ciudad”, pero como antes habían llegado noticias de la Casa de la Contratación de Sevilla que aquella armada había salido de Bayona, pero no se sabía con certeza “que su venida fuese a estas partes”, hasta que de Santo Domingo llegó información que los ingleses se habían apoderado de aquella ciudad. 
Al saber esta noticia, Cartagena “se puso en la mejor orden de guerra, que según su posibilidad pudo”, para defenderse de este enemigo, “y con este presupuesto y determinación se espera en una parte que llaman La Caleta, donde estaba hecha una trinchera de piedra con un foso por delante”. 
Aquel miércoles de ceniza, “como hora y media antes que amaneciese, echaron en tierra cantidad de mil hombres bien armados, y a la misma hora, por la mar en lanchas echaron otros quinientos hombres por la parte del puerto donde esta ciudad tiene un fuerte, de manera que por la parte del Fuerte de La Caleta vinieron con tanto ímpetu, que sin temor ni resguardo de la artillería y gente y galeras que allí estaban, acometieron a esta trinchera, donde la ciudad tenía hasta doscientos y cincuenta hombres en su guarda y defensa, que la rindieron y ganaron matando y cautivando mucha gente, que como mal disciplinada en la guerra y no pagada, se retiraron sin orden por no perecer allí, y desta manera, por fuerza de armas, se apoderaron y ganaron esta ciudad, y la comenzaron a (I. 1) quemar y abrazar haciendo principio en los tempos de que ellos se muestran más enemigos”. 
Dada la importancia que esta ciudad tiene para la Corona y para “el bien común y universal de todas estas partes de Indias, porque la mayor parte de ellas se provee de esta ciudad”, y es ella escala obligada de las flotas y armadas que vienen de España, y por “la gran destrucción y daño que se siguiera de dejarla asolar y quemar”, el Gobernador accedió a rescatarla por pedimento de todo el pueblo pagando 108.000 ducados. 
Como la Flota hacía poco tiempo había recogido “todo el dinero que se había juntado en esta ciudad, no hubo otro ningún remedio para poderse pagar el dicho rescate si no fue tomando prestados de la Caja Real de vuestra majestad ochenta mil ducados”, los cuales dejó un navío de la Flota comandada por Antonio Osorio que había partido hacía poco, cuyo maestre era Gerónimo de Ojeda, lo cual “parece fue providencia divina que esta nao arribase a este puerto”, pues de lo contrario no hubiera habido dinero para pagar el rescate e impedir la destrucción de Cartagena a manos de Drake, quien traía “expreso mandato de su Reina para ello”. Con ese dinero y el de los mercaderes “se atajó este daño”. 
Las personas a quienes se les prestó del dinero del Rey para rescatar sus posesiones, se comprometieron a devolver a la Caja Real lo prestado para la navidad que viene, e informan que “están hechas obligaciones e hipotecadas las casas para la seguridad de la Real Hacienda de vuestra majestad, para que [este dinero] pueda ir en la primera flota, y con esto se ha reparado esta ciudad de la mayor calamidad y daño que ha tenido después que se pobló”. Pero, como ha quedado tan falta de defensas y de artillería “por habérselas llevado todas el enemigo”, y por haber perdido las galeras que custodiaban la costa, “estamos en grandísimo riesgo de que cualquiera corsario podrá volver a tomar el pueblo, si vuestra majestad, como nuestro Rey y señor, no nos socorre con la brevedad que el caso lo requiere, proveyendo de artillería, municiones y gente de guarnición” para defender la ciudad, pues mientras continúe la guerra que España tiene con los ingleses, “no han de dejar de molestarla y venir a hacernos daño”.
Como la ciudad de Cartagena “le es a vuestra majestad de tanta importancia”, le suplican (I. 2) que envíe la ayuda que requiere para defenderse de enemigos y les haga merced para “ayudar a este pueblo tan trabajado y afligido”, otorgándoles plazo de seis años para pagar el dinero que tomaron prestado de su Real Caja, pues con ello se podrá reedificar la ciudad y “los vecinos della cobrarán más fuerzas para servir a vuestra majestad y defenderla”. Finalmente le solicitan que envíe dos galeras con dos fragatas para la guarda de aquella costa y 300 hombres para defender la ciudad.
Este documento va firmado por el Gobernador, los miembros del Cabildo y el escribano de Gobernación (I. 3).