Carta del Gobernador de la Provincia de Cartagena sobre varios asuntos.

Carta del Gobernador Pedro Fernández de Busto al Rey Felipe II, dando noticias sobre varios asuntos de la Provincia de Cartagena.
1.Avisa que el 9 de febrero salió de Cartagena el primer navío de aviso que llegó de Sevilla, con despachos para la Audiencia de Tierra Firme que lleva noticia de lo que ha sucedido en estas tierras en la Mar del Sur y una carta del Presidente del Nuevo Reino sobre asuntos de la Provincia de Quito.
2. Informa que en “el Río de la Hacha ha sucedido un desconcierto entre dos alcaldes, de que resultó que mataron al uno de ellos” por no tener claridad de quién tenía competencia de jurisdicción, “y como no tienen superior sino es la Audiencia de Santo Domingo y está tan lejos,” quedará sin castigo este delito. Sería conveniente que aquel pueblo se incorpore a la Gobernación de Santa Marta “para que tenga superior que los castigue y corrija de sus excesos, que son muchos”. 
3. Informa que la Audiencia del Nuevo Reino de Granada ordenó que “la villa de Mompós de esta gobernación se pase a la ciudad de Tamalameque, jurisdicción de Santa Marta, por ser el sitio más cómodo y mejor tierra y no anegadizo para los españoles”. El gobernador envía descripción de los inconvenientes que tiene esta decisión: informa que si se hace, vendría la “total destrucción” de los 600 indios encomendados a los vecinos de Mompós (I. 1), pues tendrían que hacer nuevas casas para cada uno de los 18 o 20 encomenderos de esa villa, cercarlas, construir iglesias, cortar la madera para hacerlas, conseguir paja para cubrirlas y “acarrearlo todo al sitio de Tamalameque, que por lo menos vendrán a ser setenta o ochenta buhíos”, en lo cual morirán la mitad de ellos. Adicionalmente, tendrán que “hacer otras cuatrocientas o quinientas casas para sí y para sus hijos, y esto será acabarse todos ellos de todo punto”, además de los problemas que se presentarán en las jurisdicciones eclesiástica y seglar de ambas gobernaciones.
Aunque la Audiencia ha sido informada de todos estos inconvenientes, ha ordenado que, en noventa días, se mude Mompós al pueblo de Tamalameque, y si no lo hacen, enviará a un juez que lo haga. Solicita que se revise este asunto en el Consejo de Indias y “se provea en ello con brevedad lo que convenga, y si todavía vuestra majestad fuese servido que se haga, conviene que se dé orden en lo eclesiástico y en los diezmos [sobre] cómo ha de ser”, pues Tamalameque pertenece al Obispado de Santa Marta y Mompós al de Cartagena. 
También menciona que “para el buen gobierno de los indios del Río Grande, convendría para la boga y el descanso de los indios” que pertenecieran a la misma jurisdicción, pues si son de gobernaciones distintas, las ordenanzas que dicta un gobernador “para el bien de los indios, el otro las quebranta y no lo guarda, y esto todo es en daño de los indios”, pues los delincuentes pasan al otro lado del río, y cuando cometen delitos “no puede ser castigado”.  
4. Informa que al enterarse Pedro Vique de los sucedido en el Mar del Sur, salió con sus galeras “a guardar la ensenada de Acla, que es por donde el inglés podría salir con favor de los cimarrones de la otra mar a esta”, y que Cristóbal de Eraso saldrá en tres días con su Armada para cubrir el desaguadero de Nicaragua con un par de navíos, “para que guarden aquella salida, que también podrían intentar de salir por allí a esta mar”, y que la Audiencia de Panamá también “ha hecho las prevenciones posibles” (I. 2).
5. Informa que las obras de la Iglesia Catedral y el agua que se traerá de Turbaco se están haciendo “en muy buenos términos” y quedarán terminadas el próximo año. 
Informa que la costa y sus gentes están sanas, aunque falta lluvia “para las sementeras”. 
6. Informa que llegó otro navío de aviso con despachos para la Audiencia de Panamá, los cuales serán enviados después pues tanto Pedro Vique como don Cristóbal de Eraso salieron con sus navíos hacia esas tierras hace algunos días.
7. Informa que el Virrey del Perú envió 150 soldados en dos navíos a buscar al corsario inglés, los cuales buscaron en Panamá y en la costa y no lo encontraron.
Avisa que en la costa de Cartagena “no hay corsario ninguno, ni nueva que lo haya en ninguna parte” (I.3).