Informe de la salida de Heredia a poblar las minas de Buriticá.

Arresto de Jorge Robledo y su remisión a España, junto con el oro que le secuestraron.

Alzamiento de indios en Mompós por la muerte de unos cristianos.

Fuga de un preso refugiado en la Catedral: multa y excomunión que impuso el Obispo a las autoridades que lo capturaron.

Pedro de Heredia, Adelantado y Gobernador de la Provincia de Cartagena, informa que ha salido con ciertas personas a “poblar las minas de Buriticá” y a descubrir y conquistar las tierras de su Gobernación y que, desde la ciudad de San Sebastián de Buenavista, envió preso a Jorge Robledo “con un proceso y cierto oro, para que fuese todo llevado ante vuestra majestad” y  encargó a Alonso de Busto para que en el navío del maestre Francisco Delgado lo llevara junto con el que se le secuestró y lo entregara en la Casa de la Contratación de las Indias de Sevilla. También informa que quedan guardados las 450.000 maravedís “en que fue condenado Jorge Robledo”, mientras el Rey define lo que se debe hacer. 
Asimismo le informa que se hará cargo de castigar “ciertos indios que dicen que se han alzado en la provincia de Mompós que han muerto ciertos cristianos”.
Le informa que hace ocho meses llegó a Cartagena Diego Gutiérrez con varias personas que iban a la conquista de Veragua, y que, entre ellos, estaba Francisco Rieros acusado de un delito que no especifica, el cual “fue preso y puesto en la cárcel de esta ciudad”, pero como la cárcel tiene poca defensa, “ciertos soldados de los que venían con Diego Gutiérrez quebrantaron la cárcel y sacaron al Francisco Rieros que estaba preso, y acuchillaron al alguacil”. El los siguió con otras personas hasta la iglesia, pero el Obispo, don fray Gerónimo de Loaisa, “por favorecer la iglesia y cementerio y gente que se acogió a la iglesia, y sobre prender los delincuentes para castigarlos, pasaron ciertas palabras”, por lo que el Obispo lo descomulgó y condenó a pagar 100 pesos de pena y 14 de costas, ordenando al Teniente hacer “una iglesia a mi costa; y por haber sido lo que he dicho en defensa de la jurisdicción de vuestra majestad, lo he mandado librar y pagar de las penas aplicadas a su Cámara y Fisco”, por ello le suplica aprobar que se haya tomado el dinero de esos fondos, y mande que se pasen en cuenta. Respecto a la iglesia que debe hacer, le suplica hacerle merced de una ayuda que se saque de la caja de las condenaciones (I. 1).