Petición del Cabildo de Cartagena para que mientras se decide el desarme de las galeras de la guardia, una de ellas quede en servicio, pagada por vecinos de la ciudad.
Beneficios que traería a la ciudad y región del Caribe tener cuatro galeras de la guardia para custodiar toda la costa.

Carta de varios miembros del Cabildo de Cartagena al Rey Felipe III en la que informan que el Gobernador de la Provincia de Cartagena, don Pedro de Acuña, “en cumplimiento de una real cédula de vuestra majestad” que ordena “desarmar las galeras de aquí esta ciudad”, informan que como la conservación y seguridad de la costa de Tierra Firme y de Portobelo depende de “los corsarios que tan de ordinario las solían infestar con su continua asistencia”,  y de la seguridad de “que haya galeras”, según se ha tenido por “larga experiencia el tiempo que han estado aquí” y como consta por los informes que sobre ello se han enviado al Rey y a su Consejo de Indias, el Procurador General del Cabildo de esta ciudad pidió al Gobernador que “suspendiese la ejecución y efecto de la dicha cédula” mientras que el Rey, “informado de los muchos y gravísimos daños y pérdidas que de ellos se habían de seguir a toda esta provincia y la de Tierra Firme y comercio de ellas, fuese servido de proveer lo que más conviniese … y que a lo menos quedase la una galera bien tripulada por el dicho tiempo para las ocasiones que se podían ofrecer”, pues al presente, con mucha frecuencia “hay rebatos de nuevas de enemigos en toda la costa”, y los costos de esta galera estarán a cargo de personas de Cartagena, “obligándose a ello por ser negocio que toca a todos en general” y porque la ciudad no tiene rentas con qué cubrirlos.
Aunque el Gobernador “resolvió en no suspender el cumplimiento de la dicha cédula”, al acudir la ciudad al doctor Antonio González, miembro del Consejo de Indias (I. 1) y a los generales Luis Fajardo, Francisco Coloma y Sancho Pardo, “fueron de parecer que se debía conceder lo que la ciudad pretendía”, como constará por los informes y opiniones que se envían al dicho Consejo en la Armada Real, y quedan “con grandes esperanzas de que vuestra majestad, como tan clemente y catolicísimo señor” se deberá “apiadar de ella y toda esta tierra y hacernos merced a los vecinos y moradores, y así como lo merecía nuestra fe se ha conseguido lo que se deseaba con la merced que vuestra majestad ha servido de hacernos en ordenar al Gobernador por otra cédula no desarme las galeras hasta que vuestra majestad mande”, suplican al Rey que apruebe que las galeras estén “bien tripuladas, [y] mande se conserven para la seguridad tan necesaria de esta costa, y se provea de esclavos y forzados en cantidad de trescientos para la galera que está desarmada  y para los que cumplen en la capitana”, y que “si fuesen cuatro galeras, resultaría grandísimo servicio a vuestra majestad porque se podría traer cada año en ellas de Puerto Belo la Hacienda Real y de particulares con gran seguridad” y las Armadas Reales no tendrían que continuar su viaje después de llegar a Cartagena, lo cual traería “muchos y muy buenos efectos”, según ha informado el Gobernador Acuña, y “se excusaría muy gran parte de la costa que hacen las armadas, y las muertes de la mayor parte de la gente que en ellas viene y se mueren en Puerto Belo, por ser tierra tan enferma”, además de que “toda la costa estaría muy segura de corsarios” 

Documento firmado por Luis Polo del Águila, Juan de Iturrieta Alcibia, Pedro de Sancibrián, Diego Caro, Pedro López Treviño, Marín Pérez, Pedro López Palomino, ante el Escribano Francisco Dalva (I. 2). 
En nota de otra mano dice que esta carta está en manos del Secretario de Indias, Juan de Ibarra (I. 4).