Propuestas del Virrey del Perú acerca de las peticiones del Cabildo de Cartagena para reforzar la fortificación y armamento de aquella ciudad.

Propuesta de don Francisco de Toledo, Virrey del Perú, al Gobernador (I. 196) don Martín de las Alas, Gobernador de la Provincia de Cartagena y al Cabildo de aquella ciudad, “en cumplimiento de lo que le han pedido acerca de la fortificación de esta ciudad y puerto, para que esté en la defensa que al servicio de su majestad conviene”. 
-De acuerdo con las informaciones que le presentaron “la voluntad de su majestad”, y la importancia que tiene para esta ciudad y puerto estar “muy en defensa por los muchos tiranos que a ella acuden”, como los franceses que llegaron a este puerto “con seis de las tres gruesas y tres pequeñas” dos días antes de la llegada del Virrey, considera que, “atento a la necesidad que por vista de ojos ha visto, de que se den a esta ciudad cuatro piezas de artillería de bronce de quince hasta veinte quintales cada una, y seis tiros de hierro colado usados y buenos, y doce versos y veinte y cuatro arcabuces y la munición necesaria para ello”, y que todo ello se tome “de las naos que se han de echar al través en el Nombre de Dios” (I. 197).
-Que la ciudad se comprometa a tener “en buena guarda y uso” la mencionada artillería, para que cuando lo requiera el rey, se dé cuenta de lo que tienen, y que “se nombren desde luego cabezas” para la administración y custodia de este armamento.
-El Rey hará merced a la ciudad de “la tercia parte de lo que montare la dicha artillería y municiones y arcabuces”. La ciudad , Cabildo y vecinos se encargarán de gestionar ante el Rey que la Hacienda Real de Cartagena pague todo el costo, pero si no lo aprueba, se comprometen a pagar las dos partes que les corresponde, en cuatro años cuando el Rey defina lo que debe pagar el Cabildo y los vecinos de Cartagena.
-Que cada mes se hagan visitas para revisar todos los arcabuces que hay en la ciudad, y que los que los tienen, se obliguen “de los tener bien acondicionados y tratados (I. 198) para el tiempo que sea menester”, y si consideran que estas armas deben estar “en casa de munición, o donde residiere la justicia de la Gobernación, se dé orden para ello”, y para que ninguna persona que tenga algún arcabuz “pueda salir de esta ciudad sin entregarle al Cabildo con la munición y aparejos de él”.
-Que los que tengan indios de repartimiento, los casados y “vecinos que tienen casa poblada hasta en cantidad de cincuenta, tengan sus armas y caballos, y estos sean los que pareciere al dicho señor Gobernador y Cabildo”.
-Que además “de los avisos que su excelencia dará a su majestad de las cosas en que parece que puede hacer merced a esta ciudad, busquen y platiquen entre sí” en qué otras cosas (I. 199) puede ayudarlos, para informar al Rey “y se procure que se haga”.
-Que todo lo que hay de bienes de difuntos se envía en la Armada Real a España para que  “su majestad pueda mandar tomar lo que baste para hacer pago a las personas a quien ahora se tomare el artillería y municiones”. 
Como el Virrey ha tenido noticia que en Cartagena se encuentran “algunos extranjeros franceses y ingleses de los que han venido en navíos de corsarios y en otros navíos, lo cual saben en cuánto perjuicio es para la seguridad de esta ciudad”, además de ser en contra de la voluntad del Rey, ordena que “los tengan a todos prestos… para entregarlos al General Diego Flores de Valdés” quien los entregará en la Casa de la Contratación de las Indias de Sevilla para que allí se haga con ellos justicia. Diego López de Herrera (I. 200) [registro A-CC-0011-09].